Andrea Moreira
8 de diciembre 2022
Plasma
Sobre el celeste, la recopilación de todos los fuegos perfora las córneas y rebota en el interior de la nuca. Una incisión transversal como labrados sagrados en la caja torácica expulsan ardiente plasma.
Cayendo en el umbral del milenio, en la violenta quietud, cortocircuitan axiomas como cables de luz latigando el plano, salvajes. Las aguas internas ahora son vehículos del lenguaje de la emoción original y todas las formas presimbólicas de la comunicación lubrican los engranajes de la digestión infitestinal. Una vez pulverizados, despojados de los huesos y de la carne, colectividades calcinadas creman sus recuerdos en el fuego de los últimos minutos del dominio de los sólidos. Coloidales, penetran las entrañas de la tierra y se mezclan con magma y barro mientras en el otro polo las partículas vibran azarosas en el vapor ardiente. Regresan, asaltan, todas las representaciones inmóviles y todos los símbolos milenarios, huele al olor más antiguo del mundo.
En el lugar en el que se yerguen todas las arquitecturas imposibles, los astros observaron todo. Translúcidas miniaturas desfilan penando todos aquellos objetos que desaparecieron esperando representación.
Todo el espacio se alista para ahogar la miel.
jfp, 2023
Esta muestra es una indagación matérica y simbólica que propone escenarios de despojo de un futuro terrenal donde lo único que queda es recaer en una alternativa astral. Articulada a través del lente de la alquimia, el sol, la estrella más antigua, está también en magma planetaria y fluidos humanos internos. «Plasma» propone observar una herida abierta sin posibilidad de cicatrización.
Agradecimientos:
Ana María Terán, Pamela Silva, Héctor Vargas, Darío Sen Sang, Wilson Llumiquinga, Jorge Morocho Suárez, Leyla Égüez, Danilo Zamora, Renato Vargas, Jorge Morocho y Trinidad Pérez